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sábado, 30 de julio de 2011

De la Fundéu

Fundéu BBVA en Colombia: «tema delicado» no «tema sensible»

La Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) en Colombia recuerda que lo apropiado en español es hablar de temas delicados y no de temas sensibles.Es común que los medios de comunicación, cuando abordan determinados asuntos relacionados con el ámbito social, político o económico, se refieran a ellos como temas sensibles: «Sector agrícola, tema sensible en el TLC con Panamá»; «El ministro Mauricio Santa María dijo que este tema es uno de los más sensibles en las políticas laborales del país»; «Garantizar el abastecimiento del gas de Camisea para el mercado interno, un tema sensible que ha despertado cautela».La Fundéu BBVA, que trabaja en Colombia con la asesoría de la Academia Colombiana de la Lengua, precisa que, tal como lo aclara el Diccionario panhispánico de dudas, es incorrecto el uso de sensible o de sensitivo como equivalentes de delicado, al referirse a un asunto o una situación.De este modo, en los ejemplos citados hubiera sido más apropiado: «Sector agrícola, tema delicado en el TLC con Panamá»; «El ministro Mauricio Santa María dijo que este tema es uno de los más delicados en las políticas laborales del país»; «Garantizar el abastecimiento del gas de Camisea para el mercado interno, un tema delicado que ha despertado cautela».La Fundación del Español Urgente (www.fundeu.es) es una institución patrocinada por la Agencia Efe y el banco BBVA que tiene como principal objetivo el buen uso del español en los medios de comunicación.

domingo, 24 de julio de 2011

La columna de Angelita

La hora como símbolo de rebeldía (o una excusa infalible para llegar tarde).


Por Ángela Álvarez Vélez

Soy una persona puntual. No me gusta llegar tarde y siempre que puedo llego cinco minutos antes de una cita. Me considero un poco rígida en temas del tiempo y me irrita bastante que no haya unidad en la hora nacional. Considero una falta de respeto que las emisoras no estén sincronizadas. Si por mí fuera, tendríamos en Colombia el equivalente al Big Ben de Londres (le podríamos decir el Gran Juan) y todos tendríamos el reloj con la misma hora. Mi rigidez temporal me parecía, hasta hace poco, señal inequívoca de respeto, buenos modales y rectitud.

Y entonces me enteré de algo que me sacudió los cimientos del reloj. El tiempo es político.

Yo ya sabía que eso de los segundos y los minutos eran puro invento de los científicos, pero a mí me caen bien los científicos así que no le vi problema.

No sabía era que el concepto de la unificación de los husos horarios fue una treta política. La Conferencia Internacional Meridiana, celebrada en 1884 en Estados Unidos reunió a 24 naciones “civilizadas” que eligieron el meridiano longitudinal que pasa por Greenwich, Inglaterra, como el meridiano principal con el cual se calcularían los tiempos del resto del mundo. Pero la elección no fue ni fácil ni libre de debate. Así por encimita, había enfrentamientos entre los grandes países industrializados que querían unificar el tiempo para facilitar las transacciones comerciales y los pequeños países que querían preservar sus horarios según sus prácticas agrícolas, tradiciones y cultura. Se acusó a los ingleses de vanidosos e impositivos y el mismo Observatorio de Greenwich fue blanco de protestas y hasta atentados terroristas. Finalmente fue la Primera Guerra Mundial la que ayudó a unificar el tiempo porque los aliados tenían que coordinar sus ataques. Después de eso y una vez caído el Imperio Otomano, uno de los principales detractores, el resto del mundo se resignó y todos ajustamos los relojes y las actitudes para encajar con el GMT.

Pero hay rebeldes que persisten. Alemania, Estados Unidos, Hong Kong y Tailandia han hecho intentos recientes por divorciarse del GMT, y el mes entrante cumple un año el reloj más grande del mundo: el Reloj de la Meca, que situado en una torre de más de 600 metros de altura, osa usar como referencia el Meridiano de La Meca (con el fin de servir como autoridad temporal para los 1,5 millardos de musulmanes) y tener una diferencia de 21 minutos con el GMT.

Lo que todo esto significa para mí es que si bien es grosero que, teniendo el mismo referente temporal, acordemos encontrarnos a una hora y usted llegue tarde, también es posible que mi tiempo no sea su tiempo y suponer que lo debería ser es igualmente grosero. De allí que es absolutamente respetable que usted pueda acudir al viejo argumento antiimperialista y decir “Según mi clepsidra, llegué a tiempo”.

jueves, 21 de julio de 2011

Vista de lince 130


Preliminares de feria

El 1.° de agosto del año pasado hice esta Vista de lince.


Si la abrieron pudieron ver apartes de la Treceava Exposición de Bonsai.

Hoy 21 de julio estamos nuevamente en vísperas de Feria y se anuncia la catorceava edición de la Exposición Bonsai. No hubo en todo un año quien le dijera al organizador que les diera un repasito a los ordinales para no confundirlos con los partitivos ni que no se le fuera a enredar entre las ramitas la tilde de bonsái por ser palabra aguda.


¿Por cuántos escritorios con diploma en la Alcaldía de Medellín, la más educada, pasarían esos dos errores como Pedro por su casa?

Ahí les queda para que el año entrante, por fin, celebremos la Decimaquinta Exposición Bonsái. Amanecerá y veremos.

La tilde

De camino por el barrio Bosques de Zúñiga en Envigado en contré esta valla.


Ya casi acaban el edificio, han pasado todos los profesionales que atienden un edificio, han pasado los compradores que pertenecen a todas las profesiones habidas y por haber y a ninguno se le ha ocurrido pedirle al pintor que se suba a una escalera con una brocha de media piulgada untada de azul para que borre ese error de la valla y se vaya sana para el próximo edificio.

domingo, 17 de julio de 2011

Un regalo especial para la Virgen

Un regalo especial para la Virgen.

Era el año 1954, durante las dos décadas anteriores se había producido un éxodo de judíos alemanes hacia las diferentes ciudades americanas, por razones de todos conocidas y muchas veces contadas a lo largo de 66 años de historia de postguerra. Medellín no fue la excepción para recibir cientos de judíos que aquí llegaron y que pronto empezaron a ocupar puestos representativos en las empresas paisas, otros crearon sus propias empresas que en pocos años fueron productivas. Aún hoy en día se escuchan esos apellidos hebreos en las juntas directivas de muchas de nuestras empresas.

Como es lógico en aquellos casos, muchas de esas familias traían sus pequeños hijos y hubo quienes nacieron durante la travesía. Esos niños necesitaban educación. Hubo entonces un colegio católico que les abrió los brazos y el corazón: el bachillerato y la primaria de la Universidad Pontificia Bolivariana, U. P. B. Fue una de las preocupaciones principales de monseñor Félix Henao Botero, Moncho, rector magnífico durante 33 años, gloria a Dios, el bienestar de aquellos judíos: «Fui peregrino y me acogisteis» (Mt 25, 35).

De la parte femenina de las familias desconozco quién se ocupó como se ocupó nuestra UPB de la masculina. En cada grupo había tres o cuatro judíos. Yo cursaba entonces en la primaria de Juanambú, tercer año con el excelente profesor don Darío Restrepo, ex futbolista del Huracán (del que nació el Deportivo Independiente Medellín). De los judíos de mi grupo, no recuerdo el número y sólo recuerdo un nombre: León Róiter (q. e. p. d.), mi mejor amigo, los dos primeros de la fila por pequeñines.

Los judíos eran eximidos de la misa que diariamente celebraba el padre José Piedrahíta Echeverri en el oratorio del segundo piso; eran eximidos también de las clases de Catecismo del padre Astete, y de la Historia Sagrada del padre Tomás Villarraga, sólo asistían a la parte del Antiguo Testamento. Una forma más de la demostración de tolerancia religiosa que nos enseñaba Moncho.
Unos días antes de iniciar mayo, don Darío nos había dicho que para el primer día, pidiéramos una platica extra en nuestras casas para que al reunir lo traído pudiéramos comprar las cosas para el altar de la Virgen en nuestro salón. Lógicamente sabíamos que los judíos no lo harían porque ellos «no creían» en la Virgen ni les era permitido venerar imágenes.

Con lo que le entregamos a don Darío se compraban algunas cosas para adornar el altar, pero nos quedaría faltando un pedazo de raso azul celeste y dos de blanco para que sirviera de fondo a la imagen de la Virgen. Como el papá de Róiter tenía almacén de telas, alguien sugirió que éste le preguntara a su padre si nos daría el mes de mayo para irle pagando de a poquitos esas dos necesidades.

Por la tarde (recordemos que la jornada estudiantil en aquella época era partida en dos), llegó Róiter con una bolsa debajo del brazo y se encaminó hasta donde estaba don Darío. Sus amigos lo seguimos curiosos por saber qué traía en la bolsa. Él se adelantó hasta llegar adonde estaba el profesor y con aíre ceremonioso, como le gustaba hacer las cosas, puso la bolsa en el escritorio y exclamó:

—Vea, don Darío, que aquí le manda mi papá para el altar de la Virgen y que no se preocupe por la plata que eso ya está pago.

Y sí que estaba pago: durante 57 años he tenido ese altar de la Virgen en mi mente como una muestra de agradecimiento del papá de Róiter por lo que un colegio católico y un cura católico hacían por sus hijos.

Gabriel Escobar Gaviria
Julio 15 de 2011